2011/07/23

Diario de una niña malcriada [Cassie]

Hola mi estúpido diario,
llevo siglos sin escribir
, aproximadamente el mismo tiempo que llevo inmersa en algo que me está superando y que trasciente todo lo que conozco, o creía conocer.
Por primera vez en mi vida adulta, tengo miedo de cerrar los ojos, de pensar qué es lo que me espera detrás de la puerta o qué se oculta en las sombras cuando la casa están en silencio...
Todo vino de la casualidad,
aunque ya no creo en ella: una muerte, un testamento, un cuaderno como herencia... Todo, girando en torno a una sola persona: Melinda Gordon. ¿Ella en pocas palabras? Cauta y guapa, a la vez que inteligente. No es alguien fácil de engañar, supongo que debido a su profesión de psicóloga (de Jake, por cierto), pero aún así, es fácil de abrumar con un poco de parloteo: por ahí puede caer... pero debido a las circunstancias actuales, me temo que no será necesario llegar a ello.

De alguna manera, la herencia de su difunto abuelo, es algo que quería el superior de Junior, Guillermo Tell. He visto ese cuaderno y no está escrito en ningún idioma que reconozca, eso sin contar con una serie de bocetos que ponen los pelos de punta.
El diario pertenecía a una asociación, "D'Lor Ean" que se ocupaba de... hacer relojes. Los miembros, trece, ni más ni menos, tenían en su poder un reloj con un curioso mecanismo de "comunicación", que los hacía brillar en consonancia si en alguno de ellos se hacía una serie de giros. Esto, nos lo dijo la única superviviente de la organización a parte de (¡oh, sorpresa!) Guillermo Tell. Eso, y que no fuéramos solos, razón por la cual Junior vino a casa a buscarme.
Nos reunimos todos en casa de Jake
: él, Melinda, Junior y yo. Demasiadas cosas nuevas y sobretodo, extrañas como para comprenderlas ahora, nos llevaron a Junior y a mí a la sede de D'Lor Ean, un edificio viejo y abandonado que ya había visitado él antes junto con Bulli, que se encontraba en paradero desconocido.
Un vez dentro, nos centramos en la que debía ser la sala de reuniones: una larga y amplia estancia, de paredes gruesas y sin ventanas, cuyo centro estaba ocupado por una mesa de madera maciza reodeada de trece mesas, una de ellas presidiendo, más grande y majestuosa que las demás.
Lejos de trastear en la estancia, Junior comenzó a hacer fotografías a la mesa mientras su cara comenzaba a palidecer. Automáticamente todos mis músculos se pusieron en tensión y con la suavidad de un profesional coloqué mi dedo sobre el gatillo de la Ithaca, perfectamente engrasada y calibrada para cualquier ocasión como me inculcó papá. Mientras miraba las fotos aún con cara espantada Melinda y Jake nos hablaban a través del manos libres, escuchando mi chillidido al ver las fotografías. Había alguien. En la foto salía la estancia, alumbrada por las linternas y el flash. Y en el centro, a unos dos metros del objetivo, había una sombra perfectamente perfilada de lo que se calificaría "figura humanoide"... Una sombra de terroríficos ojos amarillos, que miraba através de la fotografía como quien mira a través de una ventana. En cada silla, había una sombra.
Sin pensarlo encañoné la nada que teníamos delante
... Simple aire, sillas y una mesa viejas. Miré el Iphone de Junior mientras enfocaba para sacar una nueva fotografía.

Más cerca.
Una mano extendida. Hacia nosotros.

"¡¡BOOOUUM!!"
Mi dedo presionó con seguridad y terror el gatillo, que lanzó un ensordecedor petardazo que reventó una pequeña parte de las paredes tras rebotar, estallando las cañerías en una abundante fuente de agua a presión. Las puertas dobles macizas, al otro lado de donde nos encontrábamos, se cerraron con un fuerte golpe que no pudo ser fruto de ninguna corriente de aire.
Como alma que lleva el diablo, Junior y yo corrimos a la puerta, que derribó con fuerza, y no respiramos en paz hasta que perdimos de vista el edificio y nos subimos en un taxi hasta la vivienda de Jake.
Después
, todo se precipitó.

Junior contactó con Guillermo
y le pidió explicación a voces y por teléfono, tan aterrorizado por la experiencia como lo estaba yo. Sin promesas de nada, Guillermo nos llamó a todos inmediatamente a su despacho en el cuartel.

Una vez allí
, él comenzó a desvariar: quería ser inmortal y necesitaba el diario y una daga, también parte de la herencia de Melinda, para despertar "algo" y ser su "mano derecha"... Mis ojos se quedaron clavados en las sombras que comenzaron a emerger de él, tentáculos de color oscuro que se plegaban de ángulos y formas imposibles. No sé como...de dispararle, los tentáculos, los... apéndices esos se replegaron sobre él, como cuando un insecto es reducido con insecticida. Sorprendentemente, Guillermo se lanzó por la ventana, desde un segundo piso. Cuando nos asomamos, solo había un reguero de cristales rotos, pero ni rastro de Guillermo...


No comprendo lo que ocurre: ¿entes sobrenaturales? ¿Altos mandos del ejército inmortales?... Ya siento que no puedo dormir tranquila, noto miles de ojos amarillos clavos en mí cuando cierro los mios, desde los ángulos que aún con ellos abiertos, no puedo ver... Tengo un permanente escalofrío que solo merma ligeramente si noto la escopeta cerca, si estoy rodeada de gente, si no me siento sola... ¿Me estaré volviendo loca?

2011/07/12

El Sueño...

Una fachada de color amarillo, con un balcón de blanca balaustrada. Dentro del balcón se ve un sofá de cuero marrón, una mujer vestida con ropajes de época victoriana, una puerta al fondo. Todo es impreciso, como hecho con pinceladas impresionistas; todo... menos los relojes.
Los relojes son nítidos, reales, y están por todos lados: paredes, repisas, sofá, suelo. Se oye su tic tac aciago, pero están quietos.
Algo tira de mi ser hacia el fondo de la estancia, algo invisible pero irresistible. Al cruzar el umbral no hay luz, sólo se intuye una voz de varón inmaterial. Al principio no se entiende y cuando torna clara se escucha: "Y recuerda: si dejas pasar el tiempo y no lo aprovechas, el propio tiempo te acabará matando. Cada hora que pasa es una puñalada para el corazón del hombre."
Acto seguido se oyen campanadas a la vez que un choque de espadas, uno de cada y a la vez; al principio espaciados, luego cada vez más rápido. Mientras me deslizo hacia lo que parecen cuchillas ansiosas de muerte y destrucción. No quiero ir pero no puedo apartarme del camino...
¡NO!